Walter y los designios de Dios

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Walter a la derecha: En abril llegó a la Casa del Sagrado Corazón de Albacete Teddy Walter, un camerunés de unos 25 años, a operarse de corazón. Le impactó la vida en la Institución, quería saber todo sobre la forma de vida en la Institución, nuestro carisma…Un poco antes de regresar a Camerún dejó escrita su historia. En alguna ocasión le preguntamos qué iba a hacer con su vida ahora que estaba curado. Quería disfrutar de su madre y su hermana y después Dios marcaría el camino. Así fue, un mes después Dios decidió que era su hora y tras una neumonía que no pudieron solucionar en Camerún, se fue al Cielo.

Esta es su historia:


«En general, cuando somos pequeños, pasamos las vacaciones en el campo, lo que nos permite encontrarnos con la familia. Cuando tenía 6 años, fui con mi madre. Una noche me dio una tos muy fuerte, muy violenta. No conseguía parar. Me impedía respirar. Desperté a toda la casa. Me llevaron a un curandero, que me mandó unas pociones a base de plantas. Tuve que regresar de las vacaciones para que me llevaran al hospital y me descubrieran un problema de corazón. Me mandaron unas inyecciones dos veces al mes hasta la edad de 11 años. Pasé una infancia normal sin preocuparme de nada. Iba a la escuela, hacía trabajos duros, deporte. Me sentía desinflado, agotado cuando explotaba el cuerpo hasta el límite. Pensaba que eran secuelas del problema que tuve en la infancia.p1100698
Pero en el último año del instituto fui al hospital por una crisis de paludismo y me revisaron el corazón. A partir de ese momento todo cambió en mi vida. Me prohibieron el deporte, me tendría que operar en Europa o Estados Unidos porque ese tipo de operación no se hacía en Camerún. Mi vida cambió porque el deporte me ayudaba a concentrarme…
No me quedaba más que viajar a Europa. Por esa razón, mi madre intentó conseguir un informe de evacuación sanitaria, pero fracasó. Nuestro Ministerio tenía acuerdos con algunos hospitales franceses pero no querían acoger enfermos camerunenses. Tenía que seguir estudiando en Camerún, porque mi madre no me podía pagar estudios en Europa.
Yo quería curarme. Dos obstáculos se interponían en mi camino, la falta de fe, esperanza y de paciencia. Tenía 22 años, el tiempo se pasaba y cada vez estaba peor y me costaba respirar cada vez más.
A comienzos del 2011, me ofrecieron trabajo en Guinea Ecuatorial; me venía bien alejarme de mi entorno. Después comprendí que ésto formaba parte del proyecto divino y que me abriría la puerta para la curación.
p1100703Allí conocí un amigo francés que tenía un tío cardiólogo y le presentó mi caso. Nos pusimos en contacto con una ONG pero no nos ayudaron porque estaban dedicados a niños enfermos menores de 16 años. Tras esta puerta que se cerraba de nuevo, mi madre habló con una religiosa que estaba dispuesta a ayudarnos.
No le hice caso a mi madre y volvía a Guinea. El cardiólogo me dijo que debía operarme enseguida.
No se me olvidará una frase de mi madre: «Te quiero, perdóname si crees que no he hecho todo lo que debía por tu curación». En diciembre volví a Camerún y fui con mi madre al Hospital S. Martín de Porres donde trabajaba esta religiosa. Enseguida se ocupó de mi dossier y fue aceptado. Se iniciaron los papeleos para ir a España.

Esta ha sido mi historia:p1100725

En España, la acogida ha sido impresionante. Desde mi llegada a Madrid no me he sentido extranjero para nada.
Los cuidados del hospital, de donde yo vengo a encontrarme tanta amabilidad en las enfermeras, rapidez en los médicos, la operación con tanto éxito…
El marco de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús. Me pregunto quien tuvo la genial idea de traernos después de la operación a esta Institución. Nadie se imagina hasta qué punto uno descansa y revive dentro de este Hogar. Vivir con otras personas mayores y enfermas crea lazos y descubres otra realidad de la vida.
A veces la juventud, el hecho de estar ocupado haciendo cosas o un arelativa salud nos hacen olvidar lo que viven otras personas a nuestro lado. Perdemos los sentimientos de empatía, de solidaridad o simplemente de amor.
La buena disposición de todos en la Institución, me emociona. O esa sonrisa, sólo esa sonrisa. Todo eso me ha conmovido. En mi estancia en España no veo nada negativo. Agradezco a Dios por todas las personas que ha puesto en mi camino. ¡Gracias infinitas!»

(Las fotos están tomadas en Las Lagunas de Ruidera, donde D. Juan Cárdenas disfruta llevando a los jóvenes que vienen a operarse de corazón).

Un mes después, Walter gozaba ya de Dios para siempre.